Encontré en CALMA CHICHA algo más que diseño: encontré un lugar donde quedarme en todos mis descansos. AMO.
Compré mi primer BKF hace 10 años y todavía lo tengo —solo cambio el asiento cada tanto, porque la historia sigue.
El sillón BKF se volvió el centro de mi casa: simple, cálido y eterno.
Usamos sus pufs en muchos de nuestros eventos corporativos; la gente siempre pregunta de dónde son.
